En nuestro mundo actual nos consume una actividad incesante, desde la mañana hasta la noche. No nos queda mucho tiempo ni energía para considerar las causas básicas de nuestra felicidad o sufrimiento. Si nos observamos honestamente, es fácil ver que somos una mezcla de luz y sombra, de buenas cualidades y de defectos. El objetivo de la meditación es transformar la mente. No tiene que estar asociado con ninguna religión en particular. Cada uno de nosotros tiene una mente y cada uno de nosotros puede trabajar en ella. Esta mente puede ser nuestro mejor amigo o nuestro peor enemigo. Nos esforzamos mucho para mejorar las condiciones externas de nuestras vidas, pero al final, siempre es la mente la que crea nuestra experiencia del mundo y traduce esta experiencia en bienestar o sufrimiento. Si transformamos nuestra forma de percibir las cosas, transformamos la calidad de nuestras vidas.
¿Y si pudiéramos entrenar la mente para convertirnos en mejores seres humanos, más felices y más compasivos? Es este tipo de transformación la que se produce por la forma de entrenamiento mental conocida como meditación.
La meditación es una práctica que permite cultivar y desarrollar ciertas cualidades humanas positivas básicas de la misma manera que otras formas de entrenamiento hacen posible tocar un instrumento musical o adquirir cualquier otra habilidad. Sería una pena subestimar la capacidad que tenemos para transformar nuestras mentes. Cada uno de nosotros posee el potencial necesario para liberarnos de los estados mentales que perpetúan nuestro propio sufrimiento y el de los demás: el potencial de encontrar la paz interior propia y contribuir a la felicidad de todos los seres.
Es por esto que es importante dedicar tiempo a la práctica de la meditación en sí, aunque tan solo sean 30 minutos al día. Si practicas por la mañana, la meditación puede darle a su día una «fragancia» completamente nueva. De una manera sutil pero profunda, sus efectos pueden impregnar perspectiva y atención a las cosas que haces, así como a las relaciones con las personas que te rodean.
A medida que continúes durante el día, puedes fortalecerte con la experiencia que has tenido en tu sesión de meditación formal. Podrás observarlo internamente porque permanecerá vivo en tu mente. Durante las pausas en tu actividad diaria, será fácil revivir la experiencia de la meditación, que ahora te es familiar, y podrás mantener sus beneficiosos efectos.
Por lo tanto, poco a poco, al entrenar la mente, puedes cambiar tu forma habitual de ser. Puedes desarrollar una comprensión más precisa de la realidad y una mejor comprensión de las leyes de causa y efecto, de modo que te verás menos afectado por las reversiones que inevitablemente ocurren en la vida de las personas, y menos arrastrado por éxitos superficiales.
Estos son los signos de una transformación personal genuina, una transformación que te permitirá actuar de manera más efectiva en el mundo en que vives y así contribuir a construir una sociedad más sabia, más altruista y más amable.