blog

Elogio a la simplicidad

Landscape Near Dzogchen Monastery

Paisaje cerca del monasterio de Dzogchen, en el Tibet oriental

«Simplificar, simplificar, simplificar…». Estas palabras tan refrescantes escritas por Henry Thoreau nos recuerdan que gran parte de nuestro sufrimiento proviene de añadir innecesarias e inquietantes complicaciones en nuestras vidas. Parece que estamos continuamente tejiendo redes conceptuales elaboradas en torno incluso a eventos muy sencillos. Distorsionamos la realidad y la envolvemos con complicaciones mediante la superposición de construcciones mentales fabricadas. Esta distorsión conduce invariablemente a estados y conductas mentales que carcomen nuestra paz interior y la de los demás.

¡Cuántas empresas humanas y causas nobles han fracasado debido a tales complicaciones innecesarias! Necesitamos simplificar nuestros pensamientos, simplificar nuestras palabras y simplificar nuestras acciones. Debemos evitar caer en la rumia mental circular, las conversaciones inútiles y las actividades vanas que desperdician nuestro precioso tiempo y generan todo tipo de situaciones disfuncionales.

Tener una mente simple no es lo mismo que ser ingenuo. La simplicidad de la mente se refleja en la lucidez, la fuerza interior, la flotabilidad y una satisfacción saludable que soporta los tormentos de la vida con un corazón ligero. La simplicidad revela la naturaleza de la mente detrás del velo de pensamientos inquietos. Reduce la exacerbada sensación de autoimportancia y abre nuestro corazón al altruismo genuino.