Durante muchos años he esperado tener la oportunidad de conocer a Jean Vanier, el fundador de El Arca. Finalmente tuve la oportunidad de hacerlo en la Universidad de Verano de MEDEF, que reúne no solo líderes de empresas sino también emprendedores sociales e individuos de gran corazón que desean ser de ayuda a los demás. Durante una mesa redonda en la cual el tema era «Involúcrese»
Jean Vanier dijo: «La riqueza es meramente relativa. No es exactamente mi deseo que los ricos tengan menos dinero y los pobres tengan más. Lo que me gustaría es que las dos partes se reunieran y se escucharan los unos a los otros. La única manera de conseguir verdaderos encuentros, hacer que la gente cambie y que las cosas cambien, es escuchándose unos a otros. Un día, cuando estaba en los marines, me dije a mí mismo que podía enfocar mis energías de otra manera. Quería ser discípulo de Jesús, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, y de personas que luchaban por la paz y la justicia de un modo no violento. En 1940, descubrí que había personas discapacitadas encerradas en instituciones, maltratadas y consideradas dementes. No quería convertirme en parte del sistema. Lo único que pude hacer era hacerme cargo de dos hombres que residían en estas instituciones violentas y dañinas. Comencé a vivir con ellos. Eramos tres, y yo era quien cocinaba, así que comíamos bastante mal. De todos modos, me di cuenta de algunas cosas muy importantes. Pensaba que yo era quien «les iba a hacer bien», pero fueron ellos quien me pusieron en el buen camino, quienes me ayudaron a entender que los muros que impiden que las personas se reúnan deben ser destruidos.
‟Conviviendo y descubriendo la belleza en una relación con personas que no han tenido la oportunidad de desarrollar su mente y habilidades, pero que aún así tienen la capacidad de celebrar la vida y ser felices; y esto en un mundo en el que buscamos ser independientes, «ganar», etc.
‟El Arca ha crecido. Ahora contamos con 150 comunidades a lo largo del mundo, en áreas que representan un desafío: Haití, Palestina, Bangladesh, Francia y en la mayoría de países europeos. Hay casas en las que las personas con una discapacidad conviven con otras personas, trabajando, riendo, y celebrando la vida juntos. Algunas de estas comunidades son pequeñas, pero son un símbolo de esperanza. Nuestro mundo está sufriendo a causa de la desesperanza. Nosotros siempre podemos ser un símbolo de esperanza para otros. Hay muchas personas maravillosas.
«Lo que he descubierto es que todas las personas somos iguales. Pero nos escondemos detrás de muros, muros de poder, muros de posesión. Y así, lo único que quiero decir es que lo importante —y Ustedes saben bien a lo que me refiero— es que las empresas prefieren pagar multas antes que aceptar una persona con discapacidad. Y haciendo esto, se privan de algo. Me gustaría decirles algunas cosas, que pueden parecer idílicas, imposibles pero ciertas: Si escuchan y aceptan a hombres y mujeres con una discapacidad en su empresa —personas que quizás no estén altamente capacitadas, sin embargo, aunque sean frágiles, están capacitadas en un campo específico— pueden, sobre todo, inspirar un nuevo espíritu Esto es lo que he descubierto, y este es el mensaje que El Arca puede difundir, poco a poco, alrededor del mundo: La gente entiende que los muros deben derribarse, que es necesario escuchar, reunirse, alegrarse juntos de ser seres humanos. Lo único que me gustaría decir a su empresa es lo siguiente: dese el gusto de aceptar a hombres y mujeres que pueden resultar muy frágiles, pero sepa que todos poseen habilidades y que todos pueden transformar su empresa en un lugar de trabajo más sincero y promotor de una mayor humanidad.
Breves notas biográficas de Jean Vanier
Con tan solo 13 años, Jean Vanier entró a formar parte de la Real Academia Naval de Inglaterra. Prestó servicio en la Marina Británica y más tarde en la Marina Real Canadiense. En 1950, buscando un significado más profundo en su vida, se retiró de su comisión en la marina y comenzó un periodo de búsqueda espiritual. Recibió el Doctorado en Filosofía del Instituto Católico de París, y después de trabajar como profesor en St. Michael’s College, Universidad de Toronto, volvió a Francia.
Preocupado por los apuros de las personas con discapacidad del desarrollo, en 1964 acogió a dos hombres de una institución a vivir con él en un pequeño hogar llamado «El Arca», nombrado a partir del Arca de Noé, en la localidad francesa de Trosly Breuil. El Arca creció rápidamente ya que mucha gente joven se vio atraída a esta nueva forma de compartir la vida en comunidad con personas que de otro modo estarían encerradas en instituciones. Y el mismo Vanier comenzó a viajar y a hablar sobre la experiencia de conocer a personas con discapacidad del desarrollo, hecho que cambió su vida. Hoy existen 150 comunidades de «El Arca» en 30 países repartidos en seis continentes.
Jean Vanier se ha convertido en un líder en sensibilización sobre el sufrimiento de todas las personas marginadas. Es una persona reconocida internacionalmente por su convincente visión de lo que significa vivir una vida plenamente humana y por su liderazgo social y espiritual en la construcción de una sociedad solidaria.