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«Desgaste por empatía» – 2

Recientemente, estaba hablando con una enfermera que, como la mayoría de sus colegas, debe enfrentar constantemente los sufrimientos y problemas de los pacientes que cuida. Me dijo que en la nueva formación para el personal sanitario, para evitar el infame agotamiento que afecta a tantos trabajadores de la salud, se enfatiza la «necesidad de mantener una distancia emocional del paciente».

Esta mujer, que fue muy amable y cuya sola presencia era tranquilizadora, me confesó «es extraño. Siento como si ganara algo cuando cuido a gente que está sufriendo, pero cuando hablo de esta «ganancia» a mis colegas, me siento culpable por sentir algo positivo». Yo le describí brevemente las diferencias que parecen existir entre la compasión y la angustia empática. Esta diferencia era similar a su experiencia y explicó que ella no tenía razón para sentirse culpable.

Al contrario que la angustia empática, el amor y la compasión son estados positivos de mente que refuerzan nuestra capacidad interior de enfrentar los sufrimientos de otros. Si un niño es hospitalizado, la presencia de una madre cariñosa a su lado que le sostiene la mano y lo consuela con palabras tiernas seguro que hará mucho mejor al niño que la ansiedad de la madre abrumada con angustia empática que, incapaz de soportar ver a su hijo enfermo, camina nerviosa por el pasillo. Tranquilizada por mis explicaciones, mi amiga enfermera me dijo que a pesar de las aprensiones que tenía ocasionalmente, este punto de vista coincidía con su experiencia como cuidadora.

A la luz de la investigación preliminar de Tania Singer, parece lógico que aquellos cuya profesión es ayudar a las personas que sufren todos los días sean instruidos en el amor y compasión altruista. Dicha formación también debería ayudar a los familiares cercanos (padres, hijos, cónyuges) que cuidan de personas enfermas o discapacitadas. El amor altruista crea en nosotros un espacio positivo que sirve como antídoto para la angustia empática. Previene que prolifere la resonancia afectiva hasta que sea totalmente paralizante y engendre el cansancio emocional propio del agotamiento. 

Sin el apoyo del amor y la compasión, la empatía en sí es como una bomba eléctrica sin agua que circule y que se calentará y quemará rápidamente. La empatía debería ocurrir en el espacio mucho más amplio del amor altruista.

También es importante considerar el aspecto cognitivo de la compasión, en otras palabras entender los diferentes niveles de sufrimiento y sus causas manifiestas y latentes. Así, estaremos al servicio de otros ayudándoles de forma eficaz al tiempo que preservamos nuestra fortaleza interna, amabilidad y espacio interior.