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Para el Budismo, paradójicamene, la genuina confianza en si mismo es una cualidad natural de la falta de individualidad. Disipar la ilusión de la individualidad es liberarse de una vulnerabilidad fundamental. La confianza verdadera proviene de la conciencia de una cualidad básica de nuestra mente y de nuestro potencial de transformación para nutrir lo que el Budismo llama ‟naturaleza de buda”, que se encuentra en todos nosotros.

Paul Ekman, uno de los especialistas mundiales en la ciencia de la emoción, se ha inspirado para el estudio de ‟personas dotadas con cualidades excepcionalmente humanas”. Él destaca que, entre los razgos más notables que comparten esas personas, hay ‟una impresión de bondad, una forma de ser que otras persons pueden sentir y apreciar y, a diferencia de muchos charlatanes carismáticos, una armonía perfecta entre sus vidas privadas y públicas”. Ellos emanan bondad.

Sobre todo, escribe Ekman, ellos exhiben ‟una ausencia de individualidad. Esas personas inspiran a otras personas por la poca importancia que le dan a su estatus, su fama — en resumen, a su individualidad. Ellos nunca se inquietan por si se les reconoce sus posiciones o importancia ”. Esa falta de egocentricidad, agrega, ‟es completamente desconcertante desde el punto de vista psicológico”. Ekman también resalta cómo ‟las personas instintivamente quieren estar en su compañía y cómo, aún cuando no siempre pueden explicar porqué, encuentran que su presencia es enriquecedora. En esencia, emanan bondad”.

Si el ego fuera realmente nuestra más profunda esencia, sería fácil de entender nuestro temor a perderlo. Pero si es simplemente una ilusión, deshacernos de él no hará estragos en nuestros corazones, simplemente nos hará abrir los ojos.

En lugar de debilitar la persona, la comprensión de la no existencia de un «yo» independiente conduce a un profundo sentido de la libertad interior, la fuerza y la apertura a los demás, que permite el florecimiento del amor altruista y la compasión, arraigada en la sabiduría.